La clave es mantener una buena hidratación y no hacer deporte en las horas de mayor temperatura. El ritmo, además, debe ser reposado y se debe optar por ejercicios de menor exigencia física.
Si bien hacer deporte es la actividad saludable más recomendada por los especialistas, realizarlo sin tener en cuenta algunas precauciones puede generar algunas complicaciones.
En el verano y cuando el cuerpo se enfrenta con las altas temperaturas, la actividad física que se realice debe ser acorde con las condiciones climáticas. En primer lugar, las personas deben tener claro que no pueden comenzar a practicar un deporte demandante o de alta exigencia. Luego, quienes hagan deporte de alto rendimiento pudieran reemplazarlo en el verano por otros de menor intensidad.
La primera causa es la deshidratación: debido al calor aumenta la sudoración, la que se suma a la propia de una práctica deportiva, y con ello crece el riesgo de deshidratación. Según el doctor Roberto Negrin, traumatólogo y presidente de la Sociedad Chilena de Medicina del Deporte, “la hidratación en verano debe ser permanente, la ropa debe ser adecuada para la transpiración y hay que protegerse del sol con jockey y protector solar”.
¿Cuáles son, entonces, los ejercicios recomendables?
En verano se sugieren las caminatas y ejercicios moderados en los que la frecuencia cardiaca no supere las 120 pulsaciones por minuto. El ejercicio moderado se puede identificar fácilmente porque es el que permite seguir hablando sin dificultad para la respiración mientras se lo realiza.
El doctor Negrin explica que en esta época no se recomiendan actividades de largo aliento, como corridas de muchos kilómetros y, entre ellas, maratones, ya sea extensas o sólo de 9 Km.
Tampoco es recomendable la bicicleta de larga distancia, principalmente si la persona no cuenta con un buen estado físico. Una clave, advierte, es que en el verano se puede pasar de una rutina aeróbica a otra rutina anaeróbica, como trabajo con máquinas o pesas.
¿Quiénes pueden sufrir una complicación?
La temperatura corporal es una variable controlada por el organismo: la mayoría de las enzimas que permiten las funciones biológicas esenciales trabajan a un cierto rango de temperatura (alrededor de 37 grados). Ante alzas térmicas, el organismo se defiende aumentando la eliminación de calor, principalmente a través de la vasodilatación cutánea (enrojecimiento de la piel) y la sudoración.
Sin embargo, hay personas que bajo exceso de temperatura son más susceptibles de presentar alguna complicación. Según el doctor Eduardo Guarda, cardiólogo de la Universidad Católica, “existen personas que por naturaleza tienen la presión baja y, por efecto del calor y la deshidratación, baja aún más y pueden desmayarse”. El médico agrega que los pacientes que están siendo tratados por hipertensión y que alcanzan una presión arterial normal pueden experimentar el mismo efecto.
Un grupo en particular que debe tener cuidado, advierte el doctor Guarda, es el de los deportistas de verano, principalmente si se trata de personas maduras que antes no han hecho ni entrenamiento, ni deporte: “La práctica abrupta de actividad física puede detonar o hacer evidente la existencia de trastornos, desde angina, pasando por afecciones coronarias, hasta un desencadenar un infarto”.
La clave: una buena hidratación
El agua es el principal componente del cuerpo humano, supone de 55% a 66% del peso corporal total, distribuida en todos los tejidos. Desempeña funciones esenciales: constituye el medio en el que se diluyen los líquidos corporales, transporta nutrientes a las células y se lleva los desechos que éstas producen, ayuda a la digestión al diluir los nutrientes y contribuye a regular la temperatura corporal mediante la evaporación por la piel, situación que con las altas temperaturas va en aumento.
Según Alejandra Alarcón, nutricionista del Centro de Tratamiento de la Obesidad de la Universidad Católica, la clave es mantener una adecuada hidratación bebiendo dos litros de agua. El agua es la única bebida imprescindible y la que mejor calma la sed. Sin embargo, cuando se suda mucho o se pierde líquido en gran cantidad, no basta con beber agua. Para la experta, las bebidas isotónicas son una opción, porque su composición está pensada para reponer fácilmente las sales minerales perdidas, dado que -además de agua- contienen cantidades variables de sal, potasio, magnesio, calcio y glúcidos simples y complejos.
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